CAJAS. 2020
La ventana.
El día que descubrí el arte.
Un jueves por la tarde que no tenía clase en el colegio, me dirigía con unos amigos al cine Colón a ver una de las jornadas de Fumanchú.
En el camino, en la calle Pamochamoso observé una ventana abierta y en su interior un hombre estaba tallando la escultura de una virgen en madera. Me asomé a la ventana y me quede toda la tarde viendo como poco a poco las formas iban cambiando. Ese día fue el que marcaría mi destino, porque supe que quera ser escultor.
En esta primera caja me represento de joven asomado a una ventana, al fondo aparece una escultura, no la que yo vi sino, como una premonición lo que con el tiempo haría, queriendo así representar el presente y mi futuro.
Chapa de acero de 8 mm., cortada con láser y soldada.
Figura del joven en madera de nogal, y la escultura de madera de wengué.
50 x 20 x 30 cm.
La ofensa.
Cada año, por San Pedro, mis padres y tíos se reunían en casa de mi tía Maruca, única mujer de seis hermanos, era un día de fiesta donde se comía el clásico sancocho canario, bien regado con vino y ron.
Yo era muy joven, 15 años, por lo que no tenía ni voz ni voto en las conversaciones de hermanos. Solía aislarme detrás de la cocina de mi tía, donde se divisaban unas vistas estupendas y estaba en compañía de los pájaros y los lagartos que abundaban en esa zona de Teror, Allí dibujaba mis cosas y era muy feliz. En un momento del día escuché a tres de mis tíos decirle a mi padre, que yo estaba loco y que tenía que llevarme a un loquero, que era medio subnormal, porque hacia cosas muy raras. Yo salí de la cocina y me fui a mi refugio a llorar, por aquellas palabras tan desafortunadas, me sentía muy mal. Detrás de mí llegó mi padre a consolarme, y me dijo que no hiciera caso a mis tíos, que no sabían lo que decían y que estaban bebidos, que él tenía mucha fe en mí y que tenía todo su apoyo, eso me consoló y juré que tenía que trabajar mucho para no defraudarle.
Así mi dedicación al arte fue total, trabajé sin descanso día y noche, obtuve muchos premios en certámenes juveniles, provinciales y nacionales, así como la medalla de Honor de las Academias Municipales. Fui becado por el Excmo. Ayuntamiento de Las Palmas y el Cabildo Insular para estudiar Bellas Artes en la Escuela Superior de San Fernando de Madrid, donde concluí mis estudios con un expediente academice más que notable, obteniendo la máxima distinción con el premio Aníbal Álvarez de la Real Academia y el de Molina Higuera de la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando.
Me siento muy feliz porque cumplí con la promesa hecha a mi padre, y de mis tíos no tuve nunca ningún reconocimiento, no sé si por cabezonería o por qué. Sólo recibí ayuda de uno de mis tíos que curiosamente no estuvo presente en la ofensa de aquel día y que cuando salía de viaje hacia Madrid se despidió de mi dándome 200 pesetas.
La representación de toda esta historia la soluciono en una caja que representa la cocina de mi tía Maruca, donde están mis tres tíos formando un bloque hermético de la sinrazón y mi padre a su lado viendo como yo abandono la cocina apesadumbrado. El resto de la historia queda reflejada en el escrito anterior.
Una caja con dos aberturas una delante y otra detrás, que es la del escape.
Chapas de hierro de 8 milímetros cortadas con láser y soldadas,
Un grupo de tres figuras y otras dos sueltas, todas ellas talladas en madera de nogal.
30 x 50 x 20 cm.
La Beca.
Un sueño casi imposible se produjo gracias al esfuerzo y empeño de mucha gente, que lucharon para que las ayudas a los necesitados llegaran y pudieran estudiar. Antonio Santana, pintor y amigo de la escuela y de muchos de nosotros me comentó que acompañó a D. Abraham al Ayuntamiento de Las Palmas a hablar con el alcalde. D. Abraham era un hombre alto, con un bigote blanco y una melena también larga y blanca, una gran personalidad y un sentido del deber fuera de lo común. Tanto que se jugó su trabajo del que dependía el matrimonio y siete hijos, pues según me contó Antonio, puso las llaves de la Escuela sobre la mesa y le dijo al alcalde, “ si no se becan a mis alumnos cierre la Escuela”. Eso causó efecto pues al curso siguiente me dieron la beca dotada con 10.000, pesetas y año tras año se la siguieron dando a otros muchos alumnos que también pudieron estudiar Bellas Artes.
Creo que muchos tenemos una deuda con ese gran hombre y que se merece por su calidad humana y artística un homenaje que marque quien fue y lo que hizo, para que quede en la memoria colectiva su nombro para siempre.
La representación que hago es la figura de un joven que atraviesa una gran puerta con toda la ilusión y responsabilidad que conlleva el quedar bien con todos aquellos que confiaron en él y se esforzaron por ayudarle.
Chapas de hierro de 8 milímetros cortadas con láser y soldadas.
50 x 30 x 20 cm. con figura de madera de nogal.
Declaración de amor..
Un día, de diciembre vendía participaciones de la Lotería Nacional, llegué a la clase de preparatorio ofreciendo mis papeletas. Una alumna me compró una participación, cuando le pregunté su nombre para el resguardo, “me dijo Rosa Castellot”. Le pregunté si con acento en la o, y muy digna me respondió “no, terminado en T”. Me pareció un poco pija en ese momento, a mí que era un poco zascandil y estaba todo el tiempo que podía con las chicas recen llegadas a la escuela. En los descansos subía y me enganchó oír lo maravillosamente que cantaban a capela Rosa y Puri, otra compañera de preparatorio. Así que poco a poco nos fuimos haciendo amigos.
Rosa empezó a gustarme y no sabía cómo decírselo pues temía que reaccionara diciendo que me quería como amigo pero nada más. Una noche que la acompañe a su casa en su portal le dije Rosa te quiero, y sin esperar respuesta me eche acorrer y no paré hasta llegar a mi pensión, rebosaba alegría, pero la noche se hizo eterna, pensando que al día siguiente, que habíamos quedado, me diría lo que tanto me atormentaba.
Quedamos en cuatro caminos cerca de la casa de su hermana María. Echamos a andar y no sabía cómo decirle lo ocurrido la noche anterior , así que caminando, caminando, pasamos el antiguo estadio de Vicente Calderón, seguimos por toda la ciudad universitaria, yo me decía, cuando llegue a la esquina le pregunto, pasaron varias esquinas y nada, hasta que en un momento de arrojo y valentía, le pregunte que le había parecido lo que le dije la noche pasada, mi corazón se me iba a salir del pecho, Rosa no me dijo nada, me dio la mano y sonrió. Así empezó mi amor y felicidad que después de casi 60 años sigo igual de enamorado que entonces.
Para representar este momento he realizado una caja imitando el portal de su casa, donde una pareja unidos por las manos comentan lo que ya todos sabéis.
La caja es de chapa de hierro de 8 milímetros cortadas con Láser y soldadas.
50 X 20 X 30. con figuras de 17 centímetros en madera de nogal americano.